Agallas

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__ Debió ser un hombre muy valiente, Eddie.
__ Oigo decir a algunos tipos que tal boxeador tiene agallas. A veces, después de un combate, leo en los periódicos que algún boxeador tiene un montón de agallas. A veces lo escriben incluso de mí.
__ Deberían.
__ No me estoy metiendo con los periodistas. Lo agradezco.
__ Sé que lo agradeces.
__ Pero nadie parece comprenderlo y … no sé… me entristece un poco. ¿Sabes a qué me refiero? ¿Qué tiene de fabuloso lo que hace un boxeador? Es su oficio. Ni siquiera piensas en los puñetazos. Ni siquiera los sientes.
Ya sé, ya sé, pensaba yo, pero por favor no lo digas. Estás sopesando la ecuación entre el miedo y la valentía, diciéndome que no conoces al primero y, por tanto, no necesitas la segunda. Cuando trato de estirarme para entenderte, resulta que descubro más bien que tú te agachas para explicármelo.
__ ¿Qué hace un boxeador que se parezca a lo que hacía mi viejo? __ preguntó__. A mi viejo nadie le dijo nunca que tenía agallas . Nadie le prestó jamás la menor atención, y estaba allí subido todos los días, peleando con esos mareos, y todo el tiempo estaba muriéndose.

 
Fotografías: Montse Castillo / Texto: W.C. Heinz “El Profesional”