Entre tú y Dios, me quedo contigo

Algo tan importante en tu vida no lo dejas en manos del azar. Tampoco lo dejas en manos de una fuerza suprema que si las cosas se ponen feas extienda su mano y golpee por ti o te levante de un KO antes de acabar la cuenta. No lo haces. Pones tu carrera en manos de quien confías. Aquel al que puedes mirar fijamente a los ojos, oir sus palabras cargadas de experiencia, sentir el abrazo antes de salir al “infierno” y la mano en tu hombro cuando las cosas se tuercen. Aquel que día a día desde hace años ha hecho de ti el boxeador que eres.
Fotografía y texto: Montse Castillo