Mujer o muñeca

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… Se mujer; más nunca una muñeca
Con la que los hombres se puedan entretener;
Se dulce como la miel de abeja,
Pero dura como un cincel;
Ríe con risa genuina y no a carcajadas
Que no sea tu risa forzada;
Mira con ternura, que en tus ojos se resalta
Tu belleza y hermosura.
Te doy estos consejos hija mía
Porque al paso de los años,
Es lo que la experiencia me ha dictado;
Nunca te devalúes, siempre se mujer
Más nunca una muñeca de papel …
Fotografía: Montse Castillo / Texto: “Mistica_regia”

Espérame despierta

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Estoy nervioso, nena
del corazón al estómago, del estómago al corazón
mándame ese beso que me tranquiliza, ese abrazo que me centra
algo de ti estará en mis puños cuando suba ahí arriba
en unas horas te regalaré mi victoria
espérame despierta, mi angel

Fotografía y Texto: Montse Castillo

Garras convertidas en puñales

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Una vez me dijeron que el boxeo
era un deporte para varones.
Miré mis manos angelicales
mis uñas acrílicamente despreciables.
Pensé en los griegos
la lucha, el box
mis enemigos del colegio
y los tugurios del amor.
Una a una
las fui arrancando con mis dientes
las iba escupiendo por encima de los puentes
sin mirar en cuál sombrero
en cuál acera
en dónde caería
y perdería mi inocencia.
Días más tarde
desnudas y animales
las garras fueron convirtiéndose en puñales.
Fotografía: Montse Castillo / Texto: Paola Valverde “la quinta esquina del cuadrilátero”

Yonkis del éxito

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Cuánto duran los momentos de éxito?. Me refiero a esos momentos de verdadero éxtasis. Casi como un suspiro, un vuelco al corazón. A veces te ha costado tanto conseguir llegar a ese momento que eres incapaz de disfrutarlo porque no te lo crees. Otras veces, lo esperabas tanto que te sabe a poco. Pero lo malo es cuando se transforma en una droga y necesitas de ellos para sentir que tu vida tiene un sentido. Necesitas estar siempre ahí arriba aunque el listón esté cada vez más alto.
Es más fácil llegar a ese éxtasis que vivir a partir de él. Y entonces sabes que te has vuelto un yonki de tu propio éxito, un yonki de tu propia felicidad. Sientes vértigo porque sabes que a partir de ahí solo queda bajar, almenos durante un tiempo.
Por una parte admiro la gente de corazón tranquilo que les basta un triunfo en sus vidas para sentir que ya han cumplido, posiblemente vivan más años que yo. Algo de tu vida se va en cada subida.  La fuerza que te impulsa a conseguirlo es la misma que te impulsa hacia abajo. Porque para los que no somos unos genios, somos lo último que hacemos y nunca es suficiente.
No sé vivir sin que la vida me sorprenda y casi nada me sorprende ya.
Fotografía y Texto: Montse Castillo

Todas y ninguna

Crees que puedes llegar a conocerme, pero cuantas cosas hay que ni siquiera te has planteado. Te basta una imagen que quizás llegue a una sensación, basada en ese momento en el que me viste. Era en un bar, ¿dulce y divertida?. Era un ring ¿dura y macarra?. Era en el trabajo ¿segura e independiente?. Quizás en el autobús, pude parecerte torpe. O simplemente fue aquel encuentro casual en la calle. Cual de todos ellos te hace suponer que sabes realmente algo de mí. Aunque pensándolo bien, no sé si quiero que me conozcas. Demasiada gente a mi alrededor unidos sin un auténtico sentido. La comodidad, el sexo, la soledad. Cuánto condiciona en ese casting. Y yo…? Prefiero ser un sueño. Esa imagen que llega a tu cabeza antes de dormir. Esa carcajada que sueltas en un bar con los amigos porque recordaste algo divertido. Esa canción que no te abandona en todo el día. Ese papelito que encuentras por casualidad. Cuando vuelvas a preguntarte cual de ellas soy, prueba a empezar por ahí.
Fotografía y Texto: / Montse Castillo
La Cometa Roja se traslada a: http://lacometarojademontsecastillo.wordpress.com

Cristo se pone los guantes

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Fue George Foreman quien dijo ser El Puño de Dios. No hay más que observar un poco para darnos cuenta de lo presente que está Dios y sus allegados en un vestuario, en el cuadrilátero o en los gimnasios. Sea cual sea el motivo, Cristo acabará poniéndose los guantes.

 
Fotografía y Texto: Montse Castillo

Agallas

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__ Debió ser un hombre muy valiente, Eddie.
__ Oigo decir a algunos tipos que tal boxeador tiene agallas. A veces, después de un combate, leo en los periódicos que algún boxeador tiene un montón de agallas. A veces lo escriben incluso de mí.
__ Deberían.
__ No me estoy metiendo con los periodistas. Lo agradezco.
__ Sé que lo agradeces.
__ Pero nadie parece comprenderlo y … no sé… me entristece un poco. ¿Sabes a qué me refiero? ¿Qué tiene de fabuloso lo que hace un boxeador? Es su oficio. Ni siquiera piensas en los puñetazos. Ni siquiera los sientes.
Ya sé, ya sé, pensaba yo, pero por favor no lo digas. Estás sopesando la ecuación entre el miedo y la valentía, diciéndome que no conoces al primero y, por tanto, no necesitas la segunda. Cuando trato de estirarme para entenderte, resulta que descubro más bien que tú te agachas para explicármelo.
__ ¿Qué hace un boxeador que se parezca a lo que hacía mi viejo? __ preguntó__. A mi viejo nadie le dijo nunca que tenía agallas . Nadie le prestó jamás la menor atención, y estaba allí subido todos los días, peleando con esos mareos, y todo el tiempo estaba muriéndose.

 
Fotografías: Montse Castillo / Texto: W.C. Heinz “El Profesional”